miércoles, 10 de septiembre de 2008

ARTICULO para revista cultural MU sobre pintor David Yerga




Cuando el corazón bombea pintura


La obra de David Yerga hasta ahora había impactado sobre mi retina a través de los nuevos medios sociales que el artista defiende como alternativa complementaria al espacio expositivo. Flickr se convertía así en su galería personalizada (por favor, introduzca http://www.flickr.com/photos/heartindustry y descubra toda su obra, gracias), un medio de contacto optimizado, y ya necesario, para mostrar su obra pictórica. Una plataforma indicada para el diálogo y la reflexión, sin discriminar, sin obviar o exigir al espectador nada. Porque uno de los objetivos de Yerga es no dejar indiferente al espectador, creando un dialogo abierto y directo, haciéndole cómplice de la obra, proponiendo múltiples lecturas en el terreno común de la pintura. En definitiva provocarnos con humor, ironía, sentido crítico y mala leche, sin excluir la seriedad y la intencionalidad propias de un creador de conceptos.


Apuesta así por la posibilidad de convertir en individual (interpersonal) la experiencia de una obra que no tiene pretensiones de ser un simple objeto de cambio material (¡muerto! en su aspecto más simbólico). A él le escuché hace años hablar del fenómeno blog, años antes de que se convirtiese en una herramienta básica de expresión interpersonal de masas. Así es Yerga, que me invita a sentar en su estudio para descubrir su obra. Gracias.


Uno tras otro llegan los cuadros que convierten la clásica tormenta de ideas en un vertiginoso flashazo creativo. Descubro que actualiza temáticas clásicas goyescas o velazqueñas, para convertirse así en un “vengador de aquellos artistas consagrados que trabajaron bajo la opresión de la corte, las normas académicas o el puro miedo a lo diferente”. Me cuenta entonces cómo quiere imponer la labor de agilizar el proceso creador evitando perder la esencia de la idea original (esa que sólo dura unos minutos en tu cabeza) apostando claramente por el eclecticismo voraz... por la experiencia directa. Comemos (humus y espinacas salteadas con pasas y jamón), más vino, humo… y volvemos a sentarnos para repasar su obra.


Empezamos de nuevo. Conforme vuelven a surgir sus cuadros, se le iluminan los ojos, comienza a reflexionar en voz alta, no parecía estar yo allí. Así, propone la ilusión de romper con su trabajo como solucionador gráfico a través de su estudio de diseño http://www.heartindustry.com/, romper con su rutina laboral. Me habla de escapar del hartazgo de las herramientas informáticas y los fríos resultados que producen, haciendo efectivo el deseo de recuperar la experiencia sensitiva de la pintura, en contraposición del medio fotográfico o el diseño actual. Romper “para conseguir una relación más directa y emocional con las herramientas clásicas en las que las cualidades de los materiales juegan un importante papel”.


Pronto me doy cuenta que debo tomar notas, que su obra va mucho más allá de lo que se puede ver, de lo físico. Muy lejos del chascarrillo barato y muy cerca de la fina ironía original del pop. Muy lejos de la idea vaga que se diluye. Hay mucho más. Me levanto y sin interrumpirle saco mi cuaderno y apunto como un taquígrafo sin criterio subjetivo. El criterio lo impone su obra, empezando por sus títulos y sus micro colecciones que se disparan como ráfagas de una UZI en el GTA Vice City: Mujeres leyendo, Joven fumando y estirando su pene, Estelas (de bimotores), Galletas (que fornican), Los niños juzgan al Papa, Sabia erección, o el famoso Rey cagando, porque “aunque parezca mentira el rey es un ser y HUMANO”.


¡Y volvemos a repasar cuadro a cuadro! ahora de manera aleatoria. Ya sin control. Empezando por su línea tex-mex de dormiditos, calaveras con ojos plácidamente cerrados, paisajes de expresión clásica y temática moderna, retratos donde se descubre así mismo, el gusto por la erótica del retrato no-electrónico, los guiños a la pura libertad de homenajear sus gustos y claves como le apetece, cuando le apetece y porque le apetece: Polke, Philip Guston, Picasso, Jiri Georg Dokoupil, las tiras cómicas, la actualidad socio-cultural, los cómics esenciales, el fotograma clave, los contrastes cromáticos de vanguardia, el huir del frío plástico computerizado, la emoción del momento oportuno, el arte en toda su dimensión. Y por supuesto el empuje cómplice de sus compañeros generacionales geográficos… hablamos de la creatividad colgada de Cuenca.


La ciudad de Cuenca y sus artísticos genes revolucionarios son nombrados en varias ocasiones durante la sobremesa: Gonzalo R. Cao, M.A. Barba o Juanmi. Cuenca como sinónimo de libertad creadora, de cinismo legítimo y de enigmáticas evocaciones susurradas por la orografía básica conquense. Sus amigos, sus colegas, sus íntimos como espolón de un relevo generacional que por fin da paso al Paso.


Así es David Yerga: una factoría cardiaca en plena carrera de fondo que descubre en cada obra que su mente puede regurgitar el imaginario que le rodea para conseguirlo fundir y convertir en imaginario colectivo. En definitiva, devolver la dignidad a eso que muchos “artistas” contemporáneos llaman con desprecio PINTAR.

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